sábado, 2 de julio de 2011

EDUCACIÓN, SISTEMA FINANCIERO, RELIGIÓN, SALUD Y PUEBLOS ORIGINARIOS



Es crítico que los bancos y en general, el mercado financiero, adquieran un poder desmedido, asociándose entre ellos, solo entre los grandes, transformándose en una casta dominante, porque de esa manera quitarán y pondrán recursos adonde se les dé la gana y desnaturalizarán a los bienes y servicios y también a las personas que esos mismos recursos huidizos respaldan, despojándolos de esa manera del valor intrínseco, que en su momento le dieron. Se genera un sistema que se sume en la incertidumbre, donde se valora solo lo que esa casta dominante desea y se queda a merced de sus propósitos perversos.

Es crítico que a los pueblos originarios que vivían en una mancomunión con la tierra, se los despoje de ella y se los deje en una situación de precariedad, deambulando en las grandes urbes, buscando a ese alguien que los esclavizará apropiándose de su tiempo libre y de su valiosa actividad potencial.

Es crítico que las religiones se apoderen de la potencialidad creadora de cada ser humano, poniéndole por delante a sus fetiches y a su imaginería pagana, junto a sus complejos doctrinarios, porque de esa manera los dejan en una situación de vulnerabilidad y serán sacrificados a manos del sistema imperante, sin que ni siquiera ellos mismos se den cuenta.



Es crítico que la salud se le entregue al sector privado, sin las regulaciones necesarias que garanticen la atención de cualquier ciudadano que la requiera, porque entonces no dará nunca el ancho cuando en verdad se la necesite. Discriminará entre los que puedan pagar los excesivos aranceles para esa enfermedad específica, sea o no esa atención, una imperiosa necesidad en quien la requiera. Creará un submundo de discriminación en una tarea que debe estar a disposición de cualquiera que la requiera, o sea, de todos.

Es crítico que la educación se la entreguemos a los entes privados sin poseer una regulación eficiente, con instituciones que funcionen, ya que en esas condiciones, sin cometer un pecado tan grande, estos mismos crearán sistemas educativos que les sean útiles a sus propósitos y a sus propios modelos de sociedad y discriminarán sin duda entre los jóvenes más talentosos y los menos dotados, entre los estudiantes más pudientes y los de menos recursos, entre los jóvenes más sanos y los discapacitados. De esa manera no estamos garantizando el respeto a cada uno y a todos los seres humanos en su esencia más profunda, ya que no estamos velando por el respeto a su condición, el respeto a su propia visión del mundo y el reconocimiento a sus propios talentos innatos, se encuentren o no estos mismos, en estado manifiesto. Nadie les asegura que serán motivado en sus reales y verdaderas capacidades ocultas y que dará testimonio de su propia y particular visión del mundo, sino que será puesto a competir por un logro que le es ajeno y que de paso, en el mejor de los casos, sepultará en el descrédito, a otros menos dotados. Estamos entregándolos gratuitamente a un ente que los capacita para funciones que no le son idóneas, a un ente intrínsecamente egoísta, que lo ve solo como una pieza más, que le sirve para desarrollar su propio proyecto de sociedad.

¿Quien nos salva de esta verdadera maldición?

Rafa Torres

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