viernes, 6 de marzo de 2009

Ven y sé mi luz (Madre Teresa de Calcuta)

“Señor, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Yo era la hija de tu Amor, convertida ahora en la más odiada, la que Tú has rechazado, que has echado fuera como no querida y no amada. ¿Dónde está mi fe?”.

“Hay tanta contradicción en mi alma: un profundo anhelo de Dios, tan profundo que hace daño; un sufrimiento continuo, y con ello el sentimiento de no ser querida por Dios, rechazada, vacía, sin fe, sin amor, sin celo...

“ El cielo no significa nada para mí: ¡me parece un lugar vacío!”.

“No existe el alma y entonces tampoco tú, Jesús, eres verdadero”;


Como puede ocurrir, tamaña contradicción?
Qué nos parece raro?
Como puede ser que una persona símbolo de la fé cristiana, declare post mortem, que no cree en ese Dios, que es el eje evidente, el anhelo indudable de toda su vida.
Como puede ser eso, que no es posible comprender y que esta detrás de su aparente y tremenda contradicción?
Solamente es posible comprender el entramado drama, cuando, aunque en mínima medida, se ha sufrido un conflicto de fé.
Entonces es posible, lo que aparentemente es contradictorio.
Porque todo en el alma es dual o de doble naturaleza.
La naturaleza propia de los sentimientos va de la bondad a la maldad.
No es ajeno a la tristeza el corazón alegre, como no lo es la vanalidad en el pensador profundo.
Porque se ha experimentado el querer profundamente algo que no se tiene, desear lo que no se es, al igual que en otros ámbitos como por ejemplo, en las temperaturas, estas se manifiestan entre lo intensamente frío y lo caluroso, como se opone también lo nítido a lo borroso, lo obscuro a lo luminoso y lo turbio a lo cristalino.
Es la naturaleza del alma y no puede ser de otra manera, que entre la duda más profunda y la certeza, sea la forma en que se experimenta un conflicto de fé.
Cuando un alma “verdaderamente poderosa”, requiere de algo en su interior y cuando ese algo es la presencia misma de lo supremo, necesariamente atravesará por los reinos inferiores, por lo más obscuro de si misma, por la experiencia interior del opuesto a lo requerido, sino, quien dirá dentro de si misma que lo que realmente obtenga es el tesoro tan deseado.


“ Para que nuestras hojas lleguen al cielo, nuestras raíces deben descender hasta los infiernos”. Carl G. Jung



Almas verdaderamente poderosas creo son


Madre Teresa de Calcuta,

“De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús”. Y también lo dijo.


Mahatma Gandhi,

“No me gusta la palabra tolerancia, pero no encuentro otra mejor. El amor empuja a tener, hacia la fe de los demás, el mismo respeto que se tiene por la propia”.


Sidhartha Gautama Buda

“El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional”


Jesús de Nazareth ( va en último lugar por una cuestión argumental )

"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"


Rafael.Torres3

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