lunes, 10 de octubre de 2011

¿GRATUIDAD INJUSTA?



Me sorprende la desfachatez exclamativa de un título de una columna de opinión prestigiada, aunque no me sorprende demasiado, debido al medio de comunicación donde aparece, ya que en la misma edición de este mismo medio periodístico, el domingo 09 de octubre de 2011 se permite este dedicarle también, un espacio significativo y excesivo para mi gusto(5 páginas) a un terrorista comunicacional como es el Sr. Hans Eben. Es increíble la pirotecnia comunicacional y la artillería que utiliza el Sr. Eben para esconder el problema real de una sociedad que esta enferma sin duda, pero enferma de eso mismo que él utiliza descaradamente en contra del lector. Para no desviarme en esto, me comprometo a dedicarle a la brevedad posible un espacio al Sr. Eben en este mismo blog. Aunque sí me sorprende esta vez,decía antes de la inserción anterior, que una persona que he leído con atención y que es un referente que valoro y hablo ahora del autor de la columna que me ocupa,el Sr. Carlos Peña, cometa errores tan garrafales como el que comete en dicha columna. No creo que sea un enroque de palabras, una falta de ortografía o una buena oportunidad de congraciarse con su director inmediato, pero tampoco puedo dejar pasar una analogía con consecuencias fatales para el objeto de su análisis y que usó para describir a los dos actores que son la base del mismo, acerca de la gratuidad en la educación.

¿QUIÉN TIENE LA RAZÓN, CAMILA VALLEJO O EL MINISTRO BULNES?.


Solamente por el título me doy cuenta de a quien va a tratar mal y a quien va a tratar bien. Camila Vallejo la designa por su nombre completo y a un funcionario del gobierno de turno por su cargo y su apellido solamente, Bulnes. La primera seguramente recibirá la carga de sus argumentos descalificadores y el segundo lo hace aparecer como un actor de segunda línea y será él seguramente el beneficiado por supuesto y a quien favorecerá tácitamente.





Yendo más al punto y a la cuestión central a la que me quiero referir, el autor de la columna dice que si el gobierno aporta la misma cantidad de dinero a ricos y a pobres, es obvio que los segundos, en este caso, sentirán más fuertemente el envión, por estar menos acostumbrados a este tipo de ayuda o a ese tipo de subsidios. Eso no quiere decir nada todavía a estas alturas del desarrollo de su análisis, porque el gobierno dice estar dispuesto a apoyar al 70% de los estudiantes en este proceso y en este caso solo está aumentando el aporte a los más ricos, que son sustancialmente menos.Y si Ud., sigue, le da a los más pobres y deja a los más ricos igual, sin duda que la brecha en la “posibilidad de acceso” entre unos y otros, será distinta, será más estrecha como afirma, pero eso no cambia sustancialmente tampoco el desarrollo, porque el gobierno ha dicho que está dispuesto a hacer dicho esfuerzo.El problema se suscita cuando el autor dice que el ministro tiene razón cuando asegura que es mejor dar más a los más pobres que dar lo mismo a unos y a otros por igual. Para esto usa una metáfora de un padre que da un aporte distinto a un hijo con desventajas frente al otro que no las padece. De paso sigue adelante con su manida comparación, con otra metáfora que cae por lo menos en el descrédito total, ya que le da al pobre el carácter de enfermo y al rico el de un hombre sano. Luego para reafirmar el pésimo ejemplo, dice que si se le da el mismo remedio al hombre sano y al enfermo, es trivial el hecho de que el enfermo se beneficiará más que el sano.




A mi juicio, lo único trivial es que el ejemplo no sirve en este caso, porque el estudiante pobre no es el enfermo, ni el rico tampoco el sano, sino el sistema el perverso y enfermo, que es algo muy distinto. El sistema es intrínsecamente perverso porque crea depredadores y depredados y en este sentido, los dos, el rico y el pobre, son enfermos y productos vencidos, de un sistema que ya no soporta la enfermedad que padece. La discriminación y la segmentación creciente entre los extremos es el síntoma más evidente de la enfermedad que padece. Ejemplos de las crudas consecuencias de esta enfermedad, como lo es el tan reciente y bullado caso de la multitienda La Polar, es solo la punta del iceberg que se nos viene y que ya nos habla de lo virulento de la enfermedad que padece. Ejecutivos inescrupulosos, coludidos entre ellos con solo un fin común en la mente, engañar al sistema, convencer, maniatar y dirigir a sus subalternos, someter a los usuarios a deudas para ellos impagables y seguramente devastar el valor de las acciones y los bolsillos de sus propios mandantes, que en muchos casos son simples tenedores de acciones de la empresa.Un sistema que fagocita a sus miembros entre si mismos, un mal que padece, tanto en lo educativo como en lo laboral. Creo que queda medianamente claro porqué pienso que no hay enfermos ni sanos, sino solo enfermos.Las instituciones educacionales orientan a sus miembros que son segregados de antemano, según raza, educación, religión y extracción social, hacia las reglas frígidas y avasalladoras de un mercado liberal que no esta sometido a regulación suficiente. En el mercado laboral, los departamentos de estudio de las empresas productivas, seleccionan a sus miembros según las mismas categorías y se transforman en verdaderas “casas de brujas”, que hipnotizan a sus clientes en una vorágine descontrolada de utilización y despojo.



Perdón si con esto hiero susceptibilidades, pero no es ese el objetivo último al escribir esta nota y en verdad no es ese mi interés en lo más mínimo, desde ningún punto de vista. Fui educado en esas mismas aulas privilegiadas y he transitado por ese mercado laboral del que hablo y conozco desde adentro los múltiples aspectos del problema al que me refiero. Solo me interesa que el análisis de un fenómeno social tan importante como el movimiento estudiantil, no deje pasar entre líneas y solapadamente, ensuciando de pasada aspectos tan importantes como los que este mismo movimiento enarbola como banderas de lucha. Ojalá que los actores sociales involucrados, avancen en el sentido de las nuevas propuestas y surja de este diálogo, la valoración justa de la verdadera capacidad de endeudamiento de las familias y de la gratuidad o del verdadero costo involucrado en la educación de excelencia que tendremos en el futuro. Ojalá que en ese diálogo los temas no sean solo los aspectos económicos como la gratuidad, las becas, los subsidios y el lucro, sino que se aborden también los temas de mayor importancia como la inclusión, la integración, la solidaridad y el verdadero espíritu de una educación de calidad para todos nuestros jóvenes. Ojalá que esta sea un orgullo al que podamos asirnos y no una cruz en la cual crucifiquemos sin misericordia como hasta ahora, a miles de estudiantes chilenos que claman por un destino distinto para ellos y para las nuevas generaciones.

Rafa Torres

http://diario.elmercurio.com/2011/10/09/reportajes/opinion/noticias/A822B0A4-A64B-4C7D-B769-B8C6AAA7F10B.htm?id={A822B0A4-A64B-4C7D-B769-B8C6AAA7F10B}

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