miércoles, 21 de septiembre de 2011

PUNTO CERO



La cantidad de energía que se concentra en el lugar de un accidente tiene siempre connotaciones descomunales. Desde un punto de vista físico, la materia es básicamente energía y el impacto entre grandes cantidades de esta, volúmenes potenciales y velocidades crecientes genera una presencia absolutamente inusual de energías multidiversas involucradas. Siempre estas medidas serán comparables y quedarán reducidas a poco o casi nada en el concierto de un subjetivismo globalizante, pero en nuestra dimensión adquieren la densidad suficiente como para transformarse en verdaderos “Agujeros Negros”, dimensiones superpuestas, universos paralelos de múltiples experiencias que se confrontan, con vehemencia no acostumbrada en un escenario que les queda estrecho, por decir lo menos. El mar, un avión de transporte de guerra, la velocidad relativa, los 21 seres humanos, las experiencias de vida de los involucrados, las cuales se agolpan en el presente, producto de un acontecimiento inusual sorprendentemente violento.



¿Que cantidad de cosas podría decirnos ese lugar marcado con una boya, y denominado “punto cero” en la inmensidad del océano, en un confín poco concurrido de nuestro espacio tiempo?
Allí en ese punto convergieron cantidades descomunales de materia manifiesta, velocidades neutras, crecientes y de muy diverso orden, en un lugar que se encontraba ocupado ya, por las fuerzas de la naturaleza, las cuales cedieron ese espacio de manera abrupta, a esa fuerza centrípeta que terminó concentrando todos esos mundos y colapsando aparentemente 21 cuerpos, 21 mentes, 21 vidas y un solo y gran suceso que difícilmente pueda acotarse a un solo relato y a ese solo lugar, ni a ese preciso instante, ni a esas 21 personas que entrecruzaron por un solo instante, sus vidas completas de punta a cabo, recorriéndolas todos, enhebrándolas, entrecruzándolas para llevarlas de pequeñas a grandes y prodigiosas en “ese mismo instante fecundo”.
Creo que visto así, ese lugar, el “punto cero”, es el final de muchas ocurrencias, avatares y dolores diversos que nos comprometían como nación, pero es también el comienzo de múltiples experiencias que lo superan y lo donan a la conciencia colectiva de un país, que quedará fijado en ese punto ubicado un poco Más Afuera, un poco Más a Tierra y muy cerca de Santa Clara en el Archipiélago de Juan Fernández.

Rafa Torres

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