sábado, 13 de agosto de 2011

BUSQUEDAS Y LOGROS




Búsquedas y logros

El oficio de pintor, como cualquier oficio, es un arma que nunca da en el blanco, pero que es indispensable para que el pintor logre lo que busca, la raíz de sus desvelos. Así como una piedra que sobresale de la superficie y que le sirve al caminante para atravesar el río y alcanzar la otra orilla, así la obra terminada es solamente una herramienta que le permite al pintor marcar hitos, medir sus progresos y delimitar el camino, pero no son nada a la hora de asir su preciado trofeo.
Un dibujo que se traza en el agua, al poco rato se desvanece, de la misma manera que la virtud desaparece al poco andar en el alma del hombre que se vanagloria.
El hombre que se vanagloria es un trabajador que no recibe su salario, porque sueña con recibir lo que dice que busca, pero en realidad no busca lo que dice que sueña, ni sueña con eso que dice que busca y por lo tanto no recibe lo que no desea.
Mucho se esfuerza en el trabajo que realiza, pero no recibe por ello ninguna paga. Es como un bolso roto que no cuida de lo que se guarda en él, dejando caer la recompensa posterior por aquello que cree que guarda.
La mano que después del acto de dar se esconde para que no la vean, guarda para sí una energía virtuosa, recobrando al instante su inocencia primitiva. La acción de dar permanece oculta en su alma virtuosa y resplandece como una luz infinitamente brillante.
Si, porque al que tiene, mucho más se le dará, pero al que no tiene, hasta lo poco se le quitará. Eso le sucede al pintor que pone su anhelo en su obra física, en sus marcos pintados, en su obra terminada. Luego vienen los expertos, que gustan de valorarlo todo, les ponen precio, los venden y al poco andar desaparecen como objetos de virtud. Sin duda que él debe poner el objeto de su búsqueda fuera del alcance de todos. El pintor pinta, el obrero trabaja, el científico investiga y el hombre de la calle deambula buscando eso que solo él recibe y nadie sabe. No es la piedra, sino que la pasión con que la tiro; no es la casa, sino que la pasión con que el arquitecto la diseña y el constructor la construye; no es el pan, sino el hambre que sacia en las grandes urbes y no es lo que enseña, sino que desde donde rescata al hombre de su ignorancia y hacia que mundo lo orienta el que con pasión le enseña.
La piedra lanzada hacia arriba no llegará al cielo, así como la oración de quien desea complacer a los hombres no llegará nunca a Dios.
El hombre no puede pedirle algo a quien no conoce, porque aunque las explicaciones abunden y se justifiquen de mil maneras, todavía no se encuentra una sola y completa definición acerca de lo que cada cual llama Dios. Todas las imágenes y todas las ideas acerca de Dios son apenas un débil reflejo de esa fuerza que crea y mueve todo lo que existe.
La ciencia, la física, el misticismo, la religión y los hombres en su finitud e impotencia han buscado incansablemente la respuesta, pero se han topado con un muro infranqueable que no les permite el acceso al objeto de su búsqueda y no puede ser de otra manera, porque las herramientas que usa en todos los casos son propias del nivel en que se encuentra y para ir más allá debe desprenderse de ellas con lo cual es altamente improbable que si alguien logra algún resultado, tengamos noticias acerca de su hallazgo.
En verdad, el hombre le pide a Dios cuando piensa, cuando camina, cuando trabaja, cuando se recrea, cuando construye y también cuando destruye. Dios finalmente le da, según esa oculta petición, según su verdadero y oculto capricho. Curiosamente el hombre le ruega por trabajo y le da cesantía, porque esa es la realidad interior que el hombre recrea. El hombre le ruega por que se acabe la violencia que existe en el mundo y Dios le da más violencia, porque el temor o sus pasiones ratifican eso que ocurre a su alrededor.
Los Esenios en los principios de nuestra era, ya intentaban una nueva forma de orar y eran capaces de crear en su interior un estado completamente distinto a la realidad que les tocaba experimentar a su alrededor. Ellos daban gracias por lo poco que tenían y ese agradecimiento les era devuelto y aumentado, porque esa era la realidad que constataban y experimentaban interiormente.
El hombre prudente esconde su tesoro tanto como el monje sabio las fatigas de su virtud.
La vanagloria aconseja rezar en las plazas, mientras que el que la combate reza en su pequeña habitación.
El hombre poco prudente hace evidente su riqueza y empuja a muchos a tenderle insidias. Tu en cambio esconde tus cosas, porque mientras no llegues a la ciudad de la paz, por el camino te cruzarás con asaltantes, pero podrás usar de tus bienes tranquilamente.
La virtud del vanaglorioso es un sacrificio agotado que no se ofrece en el altar de Dios.
La “acedia” o pereza espiritual consume el vigor del alma, mientras la “vanagloria” fortalece la mente del que se olvida de Dios, hace robusto al asténico y hace al viejo más fuerte que al joven, solamente mientras sean muchos los testigos que asisten a esto. Entonces son inútiles el ayuno, la vigilia o la oración, porque es la aprobación pública la que excita el celo.
No pongas en venta tus fatigas a cambio de la fama, ni renuncies a la gloria futura por ser aclamado. En efecto, la gloria humana habita en la tierra y en la tierra se extingue su fama, mientras que la gloria de las virtudes permanecen para siempre.



Rafa Torres

Basado en un texto de Evagrio Póntico, un monje y asceta cristiano apodado “El solitario”, quien divulgó el HESICASMO, tradición inicialmente eremítica de plegaria que se mantiene dentro del rito bizantino practicada para mantener la quietud y que se mantiene aún en el Monte Athos y otros monasterios ortodoxos. La mayor parte de los textos atribuidos a Evagrio Póntico se encuentran en la recopilación canónica llamada FILOCALIA.
Hesicasmo ("quietud, silencio, paz interior") doctrina y práctica ascética difundida entre los monjes cristianos orientales, principalmente los de la llamada Iglesia Ortodoxa, a partir del siglo IV con los llamados Padres del Desierto.
El objetivo del hesicasmo es la búsqueda de la paz interior en unión mística con Dios y en armonía con la creación. Las tres características fundamentales del hesicasmo son: la soledad, como medio de salirse del mundo; el silencio, para obtener la revelación del futuro y del mundo ultratarreno; y la quietud, para conseguir el control de los pensamientos, la ausencia de preocupaciones y la sobriedad.-

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