domingo, 21 de junio de 2009

MASAI, MASAI, MASAI



Que puede pensar un Masai
de la importancia de su canto monótono,
del fruto de esa comunicación ancestral
con sus ocasionales compañeros de danza,
de esa plana armonía entremezclada
entre tonos y semitonos interminables,
de los grandes saltos empinados
que con sus largas piernas realizan,
alcanzando alturas insospechadas
cumpliendo algún propósito desconocido.

Que sensibilidad maravillosa
reflejan sus atuendos y vestidos,
en rojo brillante y uniforme
y todas las mezclas multicolores,
finos trenzados de tejidos y collares
con áridas cabelleras, cuidadas o coloridas
como declarando la belleza que en el alma
provocan saltos y sonrisas contagiosas

Todo este tradicional festejo ocurre
entre grandes montes y praderas
lejos del progreso y del dinero
que sacarlos pudiera de su encierro
sabrán ellos que están tan solos
en la lucha por crecer de manera
que la vida en su intento no arrasara
con sus saltos, sus cantos y sus colores

Yo quisiera ser Masai
por los momentos que el destino me permitiera
y entender la vida que ellos llevan
para salvarlos de intromisiones extranjeras
aunque pienso que sin duda necesitan
de prototipos sociales inteligentes
para salir de costumbres ancestrales
y de ciertos problemas de género

rafael.torres3

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